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Deshacerse de la Ira


Deshacerse de la Ira - La Ira se convirtió en Resentimiento
Estaba viviendo una vida deprimida, enfocada en mí misma, llena de amargura, resentimiento, y remordimientos. No tenía idea siquiera si era posible deshacerme de la ira. Sabía que necesitaba ayuda y comencé a asistir a la iglesia con mi hermano. Domingo tras domingo me sentaba allí con lágrimas rodando por mi cara, escuchando los mensajes de esperanza y perdón, pero rehusando tomar el siguiente paso. Finalmente, la noche de navidad de 1998 lo entregue todo y le pedí al Señor que me salvara de esta difícil vida sin Dios. En un instante me convertí en una mujer redimida y en una hija del Dios Altísimo.

Desafortunadamente mi vida no cambio de la noche a la mañana. Desde 1998 hasta el 2000, una serie de malas decisiones de Mark, mi hermano, y mías en nuestra compañía punto-com, nos dejó con una compañía en crisis. Una compañía que había sido valorada en 25 millones de dólares no valía nada cuando reventó la burbuja de las compañías punto-com. Todos mis planes de escapar de esa pesadilla se volvieron cenizas. Fue en este tiempo que comencé a tener ataques de pánico. ¿Dónde estaba Dios cuando lo necesitaba? Aunque ahora era cristiana no veía que mi vida estuviera mejorando. No me daba cuenta que Dios estaba trabajando; sólo que yo no lo podía ver. Yo era una mujer cuyo mundo estaba despedazándose a su alrededor, sin una salida aparente.

Mi falta de perdón, resentimiento, y amargura me estaban empujando hacia abajo, hacia un lugar oscuro y vacío, donde imperaba el miedo y la depresión. Esos sentimientos de pérdida que se habían vuelto tan familiares para mí durante años, me dominaron y quedé paralizada de ansiedad (pánico) y depresión hasta que finalmente deje de luchar y me rendí. Caí en una oscuridad sin esperanza donde creí las mentiras del enemigo -- que la muerte era la única salida. Había escuchado decir que aferrarse a la rabia, la amargura, y la falta de perdón era como beber veneno y esperar que la otra persona muriera. Eso era exactamente lo que estaba sucediéndome a mí. En lugar de deshacerme de la rabia, me aferraba a ella.

Estaba viendo a un psiquiatra dos veces al mes y a un consejero dos veces a la semana. El psiquiatra pronunció el diagnóstico de depresión crónica con pensamientos suicidas y ansiedad extrema ocasionando ataques de pánico. Su tratamiento fue el prescribir una serie de medicinas que me mantenían bastante alejada de la realidad. Yo iba a la iglesia los domingos pero pasaba la mayor parte del servicio llorando y nunca pensé en relacionarme con nadie.

El fracaso de la compañía punto-com nos dejó a Mark y a mí con una deuda de más de 350.000 dólares y cada día recibíamos numerosas llamadas de pago. Me aislé completamente del mundo que seguía hiriéndome y asustándome. Y ese mundo se estaba volviendo más y más pequeño.


Deshacerse de la Rabia - Sintiéndome Más Muerta que Viva
No podía arriesgarme a perder una cosa más o a que alguien quisiera algo de mí. Todo ello me hacía sentir muy cansada. Una responsabilidad más o una pérdida devastadora y estaba segura que me hubiera convertido en una loca de atar y hubiera tenido que ser hospitalizada. Varias veces mi psiquiatra quiso que Mark me internara, pero siempre yo le rogaba que no lo hiciera, y él desistía. Para entonces, la condición de Mark era terminal y sus doctores le habían dicho que sólo le quedaban 3 ó 4 dolorosos años. Recibía fuertes dosis de morfina y ya no podía comer comida sólida. Todas las noches lo enchufaba a un tubo que le suministraba su dieta líquida. Hasta en mi estado "desfasado", Mark necesitaba que yo cuidara de él. Sin mí, lo hubieran puesto en un hospicio. Así que, en nuestros quebrantados mundos, éramos todavía la "balsa salvavidas" del otro.

Me sentía más muerta que viva. Más de una vez, deliberadamente tomé demasiado de una de mis medicinas, esperando confiadamente no despertar jamás. . .pero nunca tuve éxito. Aún entonces Dios tenía un plan para mí

En el 2001 el Señor milagrosamente sanó a Mark de su enfermedad terminal. Yo no tenía idea de que había estado leyendo la Biblia de principio a fin y clamándole a Jesús. Usted pensaría que eso cambiaría mi vida, pero en cambio la empeoró, retrayéndome más y más dentro de mí y alejándome más y más del mundo a mi alrededor. Pasaron semanas o tal vez meses antes de que entendiera y confiara que Mark había sido sanado. Extrañamente, esto me hizo sentir más abandonada. Ya no era necesaria en mi odiado papel de enfermera. Y Mark estaba deshaciéndose de las drogas legales e ilegales con las que yo quería seguir medicándome. Yo no quería ver lo que estaba ocurriendo realmente. No me di mucha cuenta sino hasta mucho después que Dios tuvo que quitarme todo, incluyendo mi mente, para crear en mí un corazón nuevo para Él y una dependencia que yo nunca había conocido ni confiado.


Deshacerse de la Rabia - El Camino a la Recuperación
Finalmente, a finales del 2001, con el Señor a mi lado, comencé el camino hacia la recuperación. En este camino aprendí bastante acerca de aceptar la responsabilidad por las acciones en mi vida, la importancia del perdón y de que no es vergonzoso fracasar. Aprendí que no podía cargarles todo a todos. No podía curar todas las heridas, y no podía ser responsable de la felicidad y bienestar de todo el mundo. Ese fue el principio de la liberación de la prisión de la depresión, la ansiedad, y la codependencia. Fue Juan 8:32 lo que habló a mi corazón: "Y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres."

Eventualmente estuve lista para comenzar a dejar mis medicinas y drogas ilegales, y después de unas semanas, dejé totalmente las "medicinas para la cabeza," como yo las llamaba, y tuve la mente clara por primera vez en años. Sabía que Dios me había sanado de esta "depresión y ansiedad crónica" mientras comencé a leer la Biblia y a perdonar a esas personas que sentía que me habían hecho daño.

Tuve que perdonar a Mark por su egoísmo y abuso, a mi hermano, por utilizarme, a mis padres, por su falta de interés. Tuve que dejar de jugar el "juego de la culpa" y admitir que mucha de mi rabia, resentimiento, y amargura, surgió de mi incapacidad para decir "no" a aquellos a quienes amaba. Fue mi falta de límites y malas decisiones lo que tuvo que ver con mi situación.

Mientras salía de mi mundo de inadmisión, me di cuenta que tenía que pedirle a otros que me perdonaran a mí y a mis muchas ofensas en contra de ellos.

Uno de los actos más difíciles de perdón fue el perdonarme a mí misma por lo que yo percibía eran todos mis fracasos y debilidades, incluyendo la bancarrota que Mark y yo nos vimos forzados a declarar. A través de este proceso, finalmente entendí que cuando soy débil, Dios es fuerte y que Él me ama sin importar nada.

Con cada escalón de perdón, salía un poco más del hoyo en que había estado viviendo, hacia una nueva vida con mi Señor como centro. Descubrí una nueva manera de pensar, la manera de Cristo, no una mundana. Estaba en el mundo, pero ya no era del mundo.


Deshacerse de la Ira - La Sanación Viene de Dios
Dios me persiguió implacablemente y finalmente cuando estaba en mi punto más bajo, extendí mis brazos a Él. Él me tomó en Sus brazos amorosos y cuando le entregué todo, me liberó y restauró mi alma. Jeremías 31:3-4 dice: “Jehová se manifestó a mí hace ya mucho tiempo, diciendo: ‘Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia. Aún te edificaré, y serás edificada. . . y saldrás en alegres danzas."

El mundo nos enseña: "Podemos hacer cualquier cosa si sólo tratamos" y a "Enorgullecernos de nuestra fuerza e independencia." Pero el Señor nos enseña en Juan 15:5: "Sin Mí (Jesús) nada podéis hacer." En Proverbios 13:10 aprendemos: “Ciertamente la soberbia concebirá contienda” y en Jeremías 17:5, “Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de Jehová.”

Hasta que estuve lista para entregárselo todo a nuestro Señor Jesús, no podía encontrar descanso para mi alma. El Señor me ha enseñado muchas cosas, pero creo que la más grande de todas estas es el rendirse. Al deshacerme de la ira y entregarle mi falta de perdón, resentimiento, y amargura, existe lugar para la gracia, el amor, y la alegría. Al entregarle mi voluntad para seguir la Suya, encontré una nueva vida llena de aceptación, perdón, y paz.

Mark y yo estamos todavía creciendo juntos en nuestro matrimonio y es más fuerte que nunca. Creo que porque está construido sobre el fundamento de Cristo y ligado por un amor que ha sido fortalecido por la adversidad, humillado por los fracasos, y renovado por el perdón. Mi hermano y yo estamos en contacto regularmente, todas las heridas de nuestra relación han sido sanadas al enfrentar la verdad y al perdonar. Y finalmente, cuando aprendí cómo honrar a mis padres sin importar nada, comencé a perdonarlos, a aceptarlos, y a amarlos incondicionalmente, sabiendo que no es mi trabajo el cambiarlos.

¿Quién soy ahora? Soy una mujer de Cristo y mi nuevo mundo está lleno de gracia, amor, y alegría. Ya no trato de arreglar todo para todos, ni tampoco trato de arreglar a nadie. Me doy cuenta de que ese es el trabajo de Dios, y Él puede hacerlo bastante bien sin mi ayuda.

¿Quién es usted y cuál es el mundo en que vive? Lo exhorto a que encuentre ese mundo de gracia, amor, alegría, y paz, que está esperándolo al entregarle toda falta de perdón, remordimiento, culpa, resentimiento, y amargura al Señor.

¡Encuentre Perdón!

Esta es una historia de la vida real.



¿Tú qué piensas?
Todos hemos pecado y merecemos el juicio de Dios. Dios, el Padre, envió a Su único Hijo para cumplir ese juicio por aquellos que creen en él. Jesús, el creador y eterno Hijo de Dios, quien vivió una vida sin pecado, nos ama tanto que murió por nuestros pecados, tomando el castigo que merecíamos, fue sepultado, y levantó de la muerte como lo dice la Biblia. Si de verdad crees y confías de corazón en esto, recibe a Jesús como tu Salvador, declarando: "Jesús es Señor," serás salvado del juicio y podrás pasar la eternidad con Dios en el cielo.

¿Cuál es su respuesta?

Sí, hoy he decidido seguir a Jesús

Ya soy seguidor de Jesus

Todavia tengo preguntas





¿Cómo puedo conocer a Dios?




Si murieras hoy, ¿iría usted al cielo?


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