Hermanos en Cristo - Buscando Hermanos
A los 18 años dejé el hogar sin estar preparado e ingresé a una universidad militar en Alabama. Me fui allí para escapar del hogar, encontrar respuestas por mí mismo, y tener estructura en mi vida. Después de un año fuera regresé a mi estado natal y asistí a la universidad. La parranda estaba todavía en mi sangre y el dolor no había disminuido. Mi compañero de cuarto, quien también estaba en una búsqueda, me invitó un día a ir a la iglesia con él. Seguro ¿por qué no? Esa iglesia se ceñía a otra forma de legalismo. Era más un club social, y los hombres se sentían cómodos jugando a la iglesia. Yo todavía carecía de una verdadera dirección que me condujera hacia el corazón de Dios.
En esa iglesia, a la edad de 22 años, conocí a mi futura esposa, Joanie. Ella tenía un corazón tan puro, lo que era muy importante para mí. Yo había soportado el dolor de que dos personas importantes me dejaran y no quería sufrir lo mismo otra vez. Sentía que ella nunca iba a herir mi corazón. Nos casamos un año después y entré en servicio activo. En los próximos cuatro años tuvimos dos hijos. Yo estaba encantado. Quería estar siempre allí para ellos como padre. No quería que pasaran por lo que yo tuve que pasar.
El ejército trasladó a nuestra familia a Alemania en 1987. A mi esposa y a mí nos preocupaba el mudarnos al extranjero y vivir en un desierto espiritual. Rápidamente aprendimos que era todo lo opuesto. Nos unimos a un estudio bíblico que tenía un espíritu de unidad y humanitario que nunca antes había visto. Era una familia, porque teníamos que depender el uno del otro ya que estábamos tan lejos de casa. Jim, el hombre que dirigía el estudio, se convirtió en mi primer hermano verdadero en Cristo. Era un oficial superior y tenía una carrera destacada. A los ojos del mundo tenía todas las razones para ser arrogante y engreído, pero en cambio, exhibía verdadera humildad. Luego de seis meses me pidió dirigir nuestro estudio bíblico. Después de que me paré mentalmente del piso por el shock, le respondí rápidamente: "Sí señor." No podía decirle que no. Él era mi superior y yo lo respetaba. Después de mi respuesta inicial, pensé: "¿Qué he hecho? ¡No puedo hacer esto!" A pesar de mí mismo, el Señor me dio la gracia de hacer lo que Él me pedía y me gustó. Jim estuvo a mi lado no sólo como un hermano en Cristo mostrándome integridad espiritual, sino como un mentor, enseñándome cómo escudriñar la Palabra de Dios.
Hermanos en Cristo - Encontrando Responsabilidad
Fue un periodo de tremendas bendiciones en la Palabra de Dios y en Su Presencia. Había verdades que saltaban de Su Palabra a mi corazón. El libro de Juan me mostró lo radical y amoroso que Jesús es realmente. Cada martes en la mañana nos reuníamos con otros hombres para orar. No podía creer que un hombre, de la posición y talla de Jim, pudiese ser tan honesto y abierto delante de Dios. Él no tenía miedo de dejarle saber a Dios que estaba herido y que necesitaba su gracia desesperadamente. Jim exhibía verdadera humildad al poner en práctica a Santiago 4:10, "Humillaos delante del Señor, y Él os exaltará."
Sin él saberlo, Jim estuvo a mi lado como un hermano en Cristo para ayudar a derrumbar algunas de las paredes de mi corazón. Cuando todavía estábamos en Alemania, un joven cristiano llamado Jeff llegó a mi vida. Era un soldado solitario y soltero que necesitaba un amigo. Había tenido una niñez dura y provenía de una situación familiar disfuncional. Él solía pasar tiempo con nuestra familia. Años después, siendo un esposo y padre, llamó para decir que había aprendido de mí cómo ser un hombre y cuidar de su familia. Quedé asombrado. No me di cuenta hasta ese momento que había sido un hermano en Cristo que había estado a su lado. Jeff me enseñó que no necesitaba ser perfecto y tener las respuestas, sino sólo querer estar allí para él.
Yo también deseaba estar allí para mis propios hijos. Debido a los tres años que pasamos en el extranjero, fui capaz de pasar mucho tiempo siendo un padre para mis hijos. No teníamos las presiones exteriores del rápido ritmo de vida americano. Estábamos como en un capullo. Esto sentó las bases de nuestra relación para los años venideros.
Hermanos en Cristo - Ayuda en las Dificultades
Estando en el ejército teníamos que mudarnos cada tres años, lo que no me permitía establecer relaciones duraderas. Recibimos órdenes de mudarnos de nuevo a los Estados Unidos en 1990. El shock cultural del ritmo de vida fue agotador. Nos mudamos al lado de una pareja cristiana que tenía un hijo casi de la misma edad de los nuestros. Roy y yo nos hicimos amigos, pero elegí no buscarlo como un hermano que pudiera ayudarme a pasar por algunas de las dificultades que estaba enfrentando. Él hubiera llevado a cabo este importante rol si yo lo hubiera dejado. Comencé a evitar la honestidad de una relación con un verdadero hermano, y de nuevo pensé que podía hacerlo solo. Cuando tomé el mando de una compañía, para promocionar mi carrera militar, comencé a distanciarme, porque la nueva posición requería de mucho tiempo y atención. Mi esposa comenzó a quejarse porque yo estaba dándole sólo las sobras de mi tiempo y atención.
Decidí dejar el ejército a la edad de 32 años. Comencé a trabajar en las noches, lo que también era una lucha para mi esposa. Comencé a aferrarme a la idea de que mi rol era trabajar duro y proveer para mi familia, pero era a costa de mi familia. Me escondía detrás de la excusa de que era lo que se suponía que tenía que hacer. Comencé a poner cargas sobre los hombros de mi esposa y ella comenzó a cansarse del peso. Trabajar largas y solitarias horas me dejaba cansado, vulnerable, y aislado. No tenía hermanos en Cristo, ni nadie que me responsabilizara. Me deprimí y comencé a construir más paredes.
Entonces comencé a orar para que vinieran hermanos a ayudarme.
Dios contestó, y en la iglesia conocí a Roger, un hombre de 80 años. Él era un hombre sencillo, muy directo, que provenía de las colinas remotas de Kentucky. Aún a esta edad, él era un hombre que todavía le pedía a Dios que escudriñara y cambiara su corazón para que pudiera utilizarlo en sus últimos días.
Mi esposa y yo estábamos teniendo serias dificultades económicas y matrimoniales, y nuestra relación estaba a punto de romperse. Roger fue el hombre que silenciosamente me condujo a través de la tormenta sin juzgarme. Era un hombre de pocas palabras, pero me enseñó a tener paciencia mientras aprendí lentamente que mientras más trataba de aferrarme a las cosas, más difícil y más agotadora se volvía mi vida.
En octubre de 1999 visité la tumba de mi padre. Después de 40 años finalmente lloré la pérdida de mi padre, a quien había querido conocer todos esos años. Lloré. Tenía que dejarlo ir, y dejar de buscarlo. Ese mismo día visité a mi segundo hermano, Jake, el cual le había entregado su corazón a Dios. ¡Ahora somos hermanos en Cristo!
Hermanos en Cristo - Influencia de los Hermanos en Cristo
Mi experiencia con Dios me hizo confiar en Él y desear más de Él, pero sabía que necesitaba que otros hombres me acompañaran en el camino. Ahora estoy rodeado de hermanos, y ellos me han enseñado a tratar de ayudar a otros también. A su manera, ellos me han ayudado a sanar las heridas de mi vida. Ellos son el cuerpo de Cristo para mí. No me gustaría quedarme de nuevo sin mis hermanos. Mi vida ha cambiado porque ellos me demostraron el amor de Cristo.
He sido llamado para animar a otros de la misma manera. Así como Dios ha traído a hombres a mi vida para acompañarme y darme ánimo, yo también quiero darles esa compañía a otros hombres.
Yo sé que mi Señor me ama y continúa pidiéndome que siga adelante, que nunca me detenga. Los hermanos son una parte de eso. Lo desafío a que ore seriamente y a que busque a hombres que le ayuden a abrir su corazón a Dios. Ellos son el cuerpo de Cristo. Los hermanos en mi vida constantemente me recuerdan el versículo de Nehemías 4:14 que dice: "Me levanté y le dije al pueblo. ‘No temáis delante de ellos. (Tus luchas y tus cargas) Acordaos del Señor, grande y temible, y pelead por vuestros hermanos, por vuestros hijos y por vuestras hijas, por vuestras mujeres y por vuestras casas’.” Ellos nos necesitan. No lo podemos hacer solos. Mis hermanos me han ayudado a pelear la buena batalla. Manténgase firme. Resista con sus hermanos.
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